Entender la dinámica de lo que hicimos al unirnos en
matrimonio es captar la esencia de nuestras responsabilidades para con nuestro
conyugue; de allí que es importante diferenciar lo que hemos establecido
juntos, ¿Qué tenemos? ¿Un pacto o un contrato?
En este mundo en decadencia en lo
espiritual, moral y social donde más de la mitad de los matrimonios terminan en
divorcio o separación es esencial que las parejas podamos experimentar la
realidad de vivir bajo un pacto y para ello se debe tener en mente las
diferencias entre pacto y contrato matrimonial:
Un pacto:
Se basa en el amor; la voluntad de querer amar al conyugue.
Un contrato:
Es motivado por la obligación.
Un pacto:
Se fundamenta en la ley, “yo debo cumplir”.
Un contrato:
Es determinado por la coacción,
“cumple, porque si no…”.
Un pacto:
Asume la relación “hasta
que la muerte nos separe”.
Un contrato:
Nos prepara para el fracaso del matrimonio porque nos
provee de atajos.
Un pacto:
“Lo mío es tuyo”.
Un contrato:
Protege lo que es mío.
Un pacto:
Tus intereses son los míos.
Un contrato:
Cuido mis intereses.
Un pacto:
Nos educa para la vida juntos.
Un contrato:
Nos prepara para vivir separados.
Debemos distinguir la esencia del amor verdadera para el matrimonio, no se basa en el amor sentimental, el que proviene de las emociones, se fundamenta en el amor sacrificial, ese amor de 1 Corintios 13:
4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene
envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5 no
hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6 no
se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. 7 Todo
lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 El
amor nunca deja de ser;
El matrimonio no debe ser ejercido desde
la perspectiva de un contrato legal, para vivirlo en el estado como Dios lo
diseñó la pareja debe hacer su realidad en los principios de un pacto.
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