"Están equivocados, los hijos no necesitan a sus padres juntos, necesitan que ellos estén bien".
Se escucha bonita la frase, pero esa no es la voluntad de Dios, la voluntad de Dios para la familia es que el papá esté presente para sus hijos y comprometido con su esposa.
Los hijos deben crecer al lado de su padre y de su madre, para que ellos se desarrollen y crezcan en un ambiente de armonía y amor, donde sus padres pueden enseñarle con el ejemplo sobre el amor, el respeto, la consideración y la fidelidad atesorando de esta forma la imagen correcta sobre cómo es vivir una vida conyugal agradable delante de Dios.
Eso no significa que la pareja tiene que permanecer junta solo por los hijos, y que uno de los esposos viva solo para herir, lastimar, ofender, destruir, humillar, abusar y hasta traicionar y la otra parte tenga que vivir para soportar todo ese sufrimiento, dolor y angustia.
¡No!
Se trata de invitar a Dios a nuestras vidas y trabajar arduamente por cambiar y vivir bajo principios que nos permitan minimizar nuestro mal carácter, que podamos ser sanados de las heridas del pasado, y que Dios nos haga libres de ataduras mediante un proceso y viviendo ya bajo el temor a Dios, seremos sabios para conducirnos de la manera correcta y solo así aprenderemos a cuidar, valorar construir y honrar nuestro matrimonio y nuestra familia.
Debemos reconocer que el problema es que hemos pervertido el diseño de Dios tan hermoso para el matrimonio y por ende, para la familia; el problema es pensar que todo está bien a mi manera donde el orgullo no te permita rendirte a Dios para humildemente comenzar a aprender, enmendar errores y respetar la idea original de Dios para la familia.
Pastor Heyvi Castillo.
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